Tengo un familiar con deterioro cognitivo: ¿Qué puedo hacer?

¿Cómo vincularnos mejor cuando aparecen los olvidos o los cambios en la personalidad que desafían la vida diaria? ¿Qué puede ayudar y qué actitudes es mejor evitar?

En el proceso de envejecimiento, las personas no permanecemos estáticas a lo largo de los años. Tanto en apariencia externa como en nuestro estado interno, se producen transformaciones significativas. El punto a definir en este continuo cambio es: ¿está sucediendo algo propio de la edad o es de otro orden? ¿Qué podemos hacer?

Hoy queremos abordar una situación posible: el deterioro cognitivo en familiares mayores. ¿Cómo podemos brindar un acompañamiento más efectivo cuando las dificultades aparecen en la vida de nuestros padres, madres, abuelos o seres queridos?

El primer paso consiste en alcanzar un diagnóstico. Esto implica que tanto la familia como el médico comprendan el tipo de deterioro cognitivo presente. Si bien las enfermedades neurológicas conllevan una carga emocional fuerte, la certeza de un diagnóstico da sentido a una realidad que se vive en lo cotidiano y a la vez, permite proyectar un tratamiento (tanto farmacológico como no farmacológico). Esta claridad hará que adoptemos una actitud más comprensiva, evitando reproches y confrontaciones hacia nuestro familiar.

Una evaluación adecuada nos da información precisa sobre la situación (áreas afectadas vs áreas saludables), facilitando así el diseño de estrategias específicas.

¿Qué señales, además de los conocidos olvidos, pueden indicar un problema cognitivo?

Aquí tenemos dos grupos de señales: las evidentes y las sutiles. Por ejemplo, que una persona vaya al mercado de su barrio, y de pronto no sepa regresar al hogar, es una señal de alarma muy clara. Sin embargo, hay otras, de tipo insidiosas y menos claras como cambios en el comportamiento, desgano, pérdida de interés, mayor irritabilidad, olvidos cotidianos que justifica, pérdida de hábitos o la adopción de conductas inusuales (por ejemplo, querer salir por la noche cuando no era costumbre). También cambios en la forma de hablar: el uso de malas palabras o la incorporación de circunloquios (dar vueltas para decir algo) son señales a las que atender.

¿Qué estrategias se pueden implementar para mejorar el vínculo y reducir el estrés? Aquí algunas ideas que pueden ayudar:

No entrar en la discusión o confrontación, queriendo demostrar la lógica. Esto lleva a una escalada verbal donde se tensa el clima y es difícil cortar la disputa. Es preferible pausar, tomar aire y desviar la atención hacia otro foco.

Cuanta más irritabilidad de un lado, mayor tranquilidad del otro. Tiene que ser inversamente proporcional para poder manejar mejor la situación y evitar que se convierta en un caos.

Desdramatizar la situación. Hay algo que existe en estadíos avanzados del deterioro cognitivo que se conoce como nivel de tensión del ambiente. Quizás la persona no entiende por qué, en una reunión familiar, se están riendo todos, pero esboza una sonrisa. Y, ante una situación de pelea o discusión, se podrá angustiar si el ambiente es tenso. La desdramatización relaja, cuida la conexión emocional del paciente y al familiar.

Evitar marcar siempre el error. No poner énfasis en lo que se olvidó, o lo que se equivocó. Respuestas de tipo “ya te dije mamá”, angustia a todos. Mejor dejarlo pasar, relativizarlo: “no te preocupes, después lo resolvemos”.

Aprender requiere un entrenamiento. Aprender a manejar estas situaciones nos será útil para la vida, para nuestras relaciones personales y laborales. Ante situaciones de mayor tensión, ¿entramos en el maremoto que seguramente nos ahogue o frenamos, tomamos distancia y buscamos una mejor perspectiva para pensar una solución?”. Este proceso requiere de mucha práctica e introspección. Seamos pacientes con nosotros mismos mientras aprendemos.

Buscar apoyo. De familiares, amigos, terapeutas. Cuidar de otro es una tarea amorosa pero agotadora que nos suele llegar de sorpresa. Ampliemos las redes de apoyo para sostenernos.


El acompañamiento de familiares mayores que experimentan deterioro cognitivo requiere comprensión, paciencia y una colaboración activa por parte de toda la familia. Al adoptar estrategias efectivas y mantener una actitud comprensiva, podemos mejorar la calidad de vida de nuestros seres queridos y fortalecer los lazos familiares en esta etapa de la vida.