La vida nos lleva por caminos distintos, y en ocasiones, nos enfrentamos a desafíos que nos resultan complejos de superar. Uno de ellos es la soledad, una compañera no deseada que puede hacerse más presente a medida que avanzamos en la edad. En nuestro viaje hacia una longevidad plena, es esencial equiparnos con las herramientas adecuadas para enfrentar este obstáculo y construir relaciones significativas que enriquezcan nuestra vida. En esta columna, exploraremos algunas estrategias prácticas para combatir la soledad:
1. Recuperar vínculos anteriores
Hay muchas personas que hemos frecuentado en nuestra vida, incluso con niveles de amistad que, por diversas razones, luego hemos abandonado y ya no los tenemos en nuestro presente. Por ejemplo los compañeros de colegio o de estudios, vecinos de otras viviendas, padres del colegio de nuestros hijos, compañeros de trabajos, académicos, clientes, proveedores o prestadores de servicios que ya no utilizamos.
Una tarea fundamental será hacer listados de esas personas, buscarlas y reactivar esas relaciones, sea en forma personal o recuperando antiguos grupos. La web puede ayudar mucho en esas tareas. Sé que a veces es difícil volver a conversar después de años, pero se puede buscar alguna excusa para iniciar la comunicación: un aniversario, un cumpleaños, un acontecimiento global, etc.
2. Incorporarse a grupos existentes
Hay muchos grupos a los que los adultos mayores podemos incorporarnos, sea de juegos, hobbies, arte, deportes, música, baile, sociales, gastronómicos, turísticos, docentes o académicos, de ayuda social o políticos. Una forma de empezar es ir a alguna conferencia, exposición o tomar un curso que nos vincule con la temática elegida. También si se empiezan o continúan estudios (de grado, posgrado, idiomas, etc.) se forma parte de los grupos de alumnos con la ventaja del diálogo intergeneracional.
3. Socializar con el entorno
Finalmente, una forma básica de vencer la soledad y estar socializado es tener conversaciones personales y crear vínculos con nuestro entorno geográfico. Esto significa dejar de considerar a los otros como integrantes del paisaje y tratar como personas, interesándonos por sus vidas y compartiéndoles nuestros pensamientos, a todos los que vemos en nuestra rutina: a los vecinos, al portero, al diariero, al quiosquero, al colectivero, al taxista, al mozo del bar, al almacenero, al barrendero, al policía, al que vende frutas en la calle, al que pide limosna en la esquina de tu casa o a la persona que te ayuda en tu casa.
Si ponemos en práctica estos pequeños consejos podremos prevenir o superar la soledad, y tal como reza el decálogo del adulto mayor “dejaremos de jugar al preso voluntario, pasando jornadas con auto arresto domiciliario”.
Un abrazo grande a todos y nos vemos en la próxima entrega.